El amor al arte (según Héctor Godoy.)
Publicado en la edición de septiembre de 2014 de la revista Residente
Página cincuenta y tres del libro de visitas del año 2007 en la Galería de Arte Leopoldo Carpinteyro. Entre una sucesión de elogios a la exposición de grabados de Sara Julsrud se lee esto:
“Espantosos rayones, deprimentes, horribles. Son puras loqueras”.-
Firma: Héctor Godoy.
Ningún historiador de Monterrey cuenta que Héctor Godoy asiste desde 1995 a inauguraciones de exposiciones de arte para expresar su disgusto ante la obra exhibida. Ningún reportero, ni siquiera en días sin noticias, ha visitado su estudio para conocer su portafolio en el que destacan postales que mencionan, con intencional nula ortografía, a los artistas plásticos de Nuevo León que, a su juicio, pintan “mugrero”. Google no tiene registro de aquella vez que Godoy fue a la Pinacoteca de Nuevo León, empuñando una pancarta con dedicatoria a José Luis Cuevas, que decía: “Pintas puros mostritos”.
Su activismo no es de interés mediático, es inofensivo para la escena cultural e invisible en redes sociales. Quienes lo conocen, atribuyen el poco impacto de Godoy a que a su postura le faltan fundamentos, congruencia, lucidez, seriedad.
Curiosamente, el discurso de Godoy es cercano a otros discursos con estas carencias. Discursos que sí son destacados por la prensa, que sí incomodan a la opinión pública.
Visceral, como Guadalupe Rivera cada vez que desprestigiaba a Frida Kahlo; brutalmente honesto, como Mauricio Fernández diciendo verdades; temperamental y humorístico, como el pintor Enrique Canales, cuando acuñó la palabra fregonería como filosofía de vida.
El abismo entre las ocurrencias de Godoy y las ocurrencias de las personalidades legítimas de la cultura local es el respeto de las élites, es el tener una función social. Cosas que él no posee.
En su estudio-galería de la calle Aramberri, Héctor Godoy atiende de nueve a nueve. Es un cuarto de apenas seis metros cuadrados en el que sólo caben él, sus opiniones sobre arte, dos asientos para visitantes y unos diez retratos al óleo con su firma.
Visitarlo es como conocer a un personaje de Alicia en el País de las Maravillas. Te adentras en su mundo, te habla de sí mismo (lo entiendas o no), tiene su propia lógica y lenguaje. Es subversivo y con guiños de delirio.
“El noventa por ciento de los artistas de Monterrey pinta abstracto, puras loqueras. Si protesto es porque la gente está acostumbrada a decir qué bonito cuando algo no le gusta. No te dice la verdad”. Asegura.
Según Godoy, el verdadero arte es el retrato realista al óleo. Coincidentemente, como los que él hace.
“Mi pintura es delicada, fina y real. Mis modelos son jotitos hermosos, travestis que conozco en bares del centro. Llego después de las cuatro de la mañana. Antes no, porque luego sólo encuentro albañiles.” Precisa, convencido de que sus musas no tienen horas hábiles.
Entre ese noventa por ciento de artistas que hacen loqueras está Armando Alanís, fundador de el proyecto de poesía y arte urbano Acción Poética. Godoy abordó a Alanís en una ocasión para decirle que debería estar en la cárcel por hacer grafitti.
“Fue muy chistoso. Yo daba una lectura en Galería Regia y al llegar vi a un señor con un cartelito que tenía insultos contra mi persona, me puse a platicar con él y me di cuenta, porque le pregunté, que no conocía mi obra, que nunca me había leído y que no me conocía ni físicamente”.
Para Alanís, la opinión de Godoy no dista mucho del resto de la actitud del público frente a la oferta artística.
“La ciudad, instituciones, público, críticos no tratan bien a sus creadores. El ciclo de vida del arte no se completa porque la actitud del público es popular e influenciada por lo mediático. Yo trato de ser receptivo pero la opinión de Godoy está totalmente desacreditada, su actitud provocadora no pasa de ser un mal chiste, una anécdota para la cantina”.
Lo que para algunos es una anécdota de cantina, para Cynthia Rodríguez es material para su tesis de maestría. Rodríguez es licenciada en Arte egresada de la Universidad de Monterrey y tiene un máster en historia del arte por la Universidad de Bristol. Para ella, este señor de sesenta años tiene correspondencia con un movimiento contracultural de Reino Unido: los stuckistas.
“Tanto Godoy como el movimiento stuckista están en contra del nepotismo en el mundo de las artes. Los dos protestan fuera de exhibiciones y entregas de premios. Se han pronunciado de manera legal y jurídica contra el exceso de poder de ciertas personalidades del arte y la repetición de los mismos niños de oro en galerías y museos. Muchos de los retratos de los stuckistas son caricaturas de políticos y personajes de las artes “oficiales” y comparten con Godoy el gusto por pintar personas que son ignoradas y hasta consideradas feas, según los cánones del siglo veintiuno.”
Para Rodríguez, Godoy es punto de partida hacia una reflexión sobre la escena artística en Monterrey.
“Con Godoy sabes que hay un descontento puro. Habla sobre algo que le incomoda directamente a él y a otros artistas. Favoritismos, nepotismos, quizás corrupción hasta cierto punto. Su disgusto es ruidoso y over-the-top, pero honesto. Entre los no estudiados, hay ánimos pero miedo a discutir sobre arte. Ya sea porque todo viene de esa idea de machetear y no interpretar, inculcada en los estudios básicos, o bien porque ese arte que se crea en la ciudad no dice nada sobre sus vidas o historias”, explica.
Es sumamente difícil hablar con Godoy sobre su vida privada o sus años formativos. De estos episodios cuenta fragmentos poco claros.
“Nací en el Distrito Federal, colonia del Valle. Me vine a Monterrey para no aguantar a mi madre. Era Aries. Puras broncas. Acá estudié Administración de Empresas en el Tec e hice media maestría en administración.”
Estuvo casado por un mes, tiene una hija de veintidós años que no es su hija biológica y vive en San Francisco, Guanajuato. Vivió doce años en cinco ciudades de Estados Unidos. Su recuento difuso del pasado cobra claridad sólo hasta que habla de la primera vez que se manifestó contra el arte, a mediados de los noventa.
El primer testigo del surgimiento de este detractor de la escena local es Alberto Luna, actual coordinador general de exposiciones del Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León. Fue en 1995; desde entonces ha aprendido a comprender y respetar a su inquisidor de cabecera, aunque encuentra una gran parte de sus protestas sobre loqueras y favoritismos en el arte algo anacrónicas.
“Ese arte oficial o favorecido por el Gobierno del que habla no existe, el Gobierno ni siquiera tiene ese interés en el arte como mensaje, no sucede como en los tiempos del muralismo en los que no sólo había artistas oficiales sino también temas obligatorios para el muralista. Godoy tiene argumentos claros respecto a su descontento con el arte actual, pero su postura no representa a la comunidad; como pintor tiene esa consciencia de agremiado y habla por un gremio de artistas que se consideran no atendidos. No es la voz de un público.”
Luna reconoce que Godoy no es alguien confundido en su postura, pero la realidad tiene matices.
“El problema de la discusión del arte en Monterrey tiene varios orígenes. Por un lado, el poco interés de los medios de comunicación en el arte. Los únicos dos críticos de arte en Monterrey, Xavier Moysén y Marco Granados, están encerrados en su propio lenguaje que no dice nada a la comunidad, a quienes no tienen referencias de arte contemporáneo, no los orienta. El perfil de los artistas actuales, por otra parte, naturalmente está influenciado por tendencias de las capitales del arte, es imposible que exista otra escuela de Oaxaca en tiempos de globalización, lo que existen son lenguajes y aunque sean lenguajes dictados por el arte internacional, el artista local los adopta en su entorno y eso dice algo de sus propias historias”
En Monterrey, lo más cercano a un lugar especial para los incomprendidos es internet. Luis Flores, artista visual regiomontano radicado en Austin, podría ser el padrino digital de Héctor Godoy. Si bien el pintor abrió su cuenta de Facebook desde el 2009, fue Flores quien le comisionó el diseño de una serie de memes.
“A Godoy lo conocí porque me salió en mi feed de facebook. Debió haber sido amigo de un amigo. Sus posts amarillos, saturados, con el copy godoyezco instantáneamente me llamo la atención. No sé muy bien de qué trata su trabajo. Es difícil saber qué tanto de lo kitsch de sus posts es planeado, si el diseño rápido y barato es intencional o parte de un mensaje. Lo que sí respeto mucho es que tiene un estilo muy propio e identificable, y que constantemente esta produciendo y posteando material. Todo el día.”
Flores admite cierta fascinación por los temas en los posts de facebook de Godoy: la crítica al mundo del arte y la política, horóscopos, ranking de los apellidos regiomontanos más nobles y más corruptos, sus dichos. En todo esto había un meme esperando a suceder.
“Mi primera comisión para él fue para un amigo al que le dicen el Marsupial. Un amigo gringo obsesionado con la cultura mexicana con el que suelo intercambiar paginas de facebook fuera de lo común. Rápidamente, el Marsupial se dio cuenta de que en la mitología de personajes de facebook, Godoy es Zeus. Entonces, de regalo a mi amigo Marsupial, decidí comisionarle un post a Godoy. Con una frase que mi amigo siempre dice. Ese fue el primero que le comisioné. Después le pedí uno de mi roomie, uno para unos amigos que hacen publicidad y uno para mi jefe.”
Próximo a cumplir dos décadas como el troll de cabecera del arte local, Héctor Godoy continúa en espera de un interlocutor. Alguien que lo tome un poco en serio, que le ponga atención para que él pueda hablarle sobre la capital del capital, en donde hay dinero para comprar arte y escasea el interés de discutirlo.
Siguiendo con esta serie sobre mis personajes favoritos de la ciudad, en el próximo RWBR: la entrevista a Broncowave.
Regios will be regios es un newsletter semanal sobre Monterrey, escrito por Maximiliano Torres.