El efecto P'al Norte
Por sugerencia (muy pertinente) de uno de los lectores de RWBR esta edición está dedicada al festival P’al Norte. No al evento como tal, sino a cómo la ciudad lo vivió- dentro y fuera del Parque Fundidora- a través de una serie de fenómenos bastante particulares.
Fenómeno 1: El lado exigente que no sabíamos que teníamos
Tradicionalmente, la apreciación que los regios hacemos de los conciertos es poco exhaustiva, por no decir superficial. Como opinión pública, el consenso que hacemos en la prensa y las redes sociales al día siguiente de un espectáculo es congratulatorio. En la versión oficial, la mayoría de los conciertos son memorables, tienen ambientazo, cimbran al público, culminan en éxtasis total y -algo muy, muy importante- son eventos de primer nivel, que nos nivelan junto a las grandes capitales del mundo. Es en los conciertos y su nivel de producción donde el regio refuerza el mito de su excepcionalidad. Por otro lado, si pagaste dinero por ir a un concierto de tu artista favorito en el que, pase lo que pase, estás dispuesto a crear recuerdos felices para el resto de tu vida, se vale. Adelante. No le vamos a ponchar ese globo a nadie.
Volviendo al fenómeno de los grandes espectáculos en Monterrey, para que a un artista se le señale en esta ciudad una falla sobre el escenario y le pidamos rendir cuentas, ese artista tiene que ser Luis Miguel o Axl Rose. O sea, tiene que ser alguien famoso a quien la prensa y el público les interesa ver fallar para hacer de eso todo un tema. Alguien con quien estemos obsesionados.
Si eres el Sol de México o el vocalista de Guns N' Roses, todo lo que hagas sobre el escenario será evaluado. La puntualidad, el sonido, la técnica de tus músicos, si te sabes las letras o no te las sabes, las voces de las coristas, si estás afinado o no, tu aspecto físico, tu nivel de bronceado, etc. Todos los demás artistas están invitados a dar un show mediocre e irse impunes. Si Not Luis Miguel y Not Axl Rose cometieran un error en su show no digo que nadie lo notaría, pero no se volvería tema. Si el público más exigente de latinoamérica es el del festival Viña del Mar, conocido como el monstruo de la Quinta Vergara, Monterrey puede ser su yang. O al menos hasta hace unos días, antes de que Julian Casablancas de The Strokes hiciera ciertos desplantes en P’al Norte. Algo pasó en ese set de The Strokes. Algo en el aire, o en la cerveza hizo que ni el público, ni los medios de comunicación toleraran su actitud, sus declaraciones, la brevedad de su show, los largos intervalos entre canción y canción. Casablancas siempre ha sido así, y no es el primer insoportable que nos toca ver en vivo en este tipo de eventos. Sin embargo, algo hizo que suficientes personas se dieran cuenta de los no, no’s de su show y lo convirtieran en un tema de conversación.
Todavía más sorprendente fue ver esta postura crítica, que no sabemos de dónde salió, se expresó hasta en esta nota del show de La Cotorrisa.
Aun y tratándose simplemente de un medio que está amplificando la queja de un asistente al festival, el solo hecho de que, a la hora de reseñar un evento, un medio se salga del guión y no diga que todo fue magnífico es ya una severa falla en la matrix regia.
Fenómeno 2: Las no noticias
El festival desplegó nueve escenarios con ciento cuarenta artistas, organizó ruedas de prensa con buena parte del talento y, de algún modo, el tráfico de clics se desvió a seudo-noticias.
En la crónica periodística de eventos hay algo que se llama “reportaje de color”. Se trata de escribir sobre aquello que caracterizó el ambiente del evento: el ánimo de la gente, básicamente. Con esto en mente, ¿es posible que las notas que voy a citar a continuación quepan en el color? Ni sacando una pantonera les sabría decir en qué color exactamente.
Un mejor ejemplo de color es lo que pasó durante la gira de Coldplay: los fans que hicieron piñatas de cada integrante y se las llevaron para regalárselas, las canciones mexicanas que interpretó Chris Martin, los fans a los que subieron al escenario a tocar con ellos. En el otro lado del espectro de las notas de color, las dedicadas a P’al Norte fueron de un absurdo casi conceptual.
Como la nota de la chica que confundió a un chico con Luisito Comunica y al día siguiente se dio cuenta que no era.
La nota de la chica a la que le tiraron cerveza encima.
O la nota sobre David Summers diciendo que no pudo dormir en su habitación de hotel.
Las manecillas del reloj del Apocalipsis están tan cerca de la medianoche que, les confieso, este tipo de notas me relajan más de lo que me molestan.
Fenómeno 3: ¡¿Alguien quiere pensar en los celulares?!
La narrativa de los celulares robados cada año toma más fuerza. Los medios comenzaron a publicar notas previas para aconsejar un plan de acción por adelantado a quienes sufrieran el robo de su smartphone, la Fiscalía de Nuevo León instaló un módulo dentro del festival para que los asistentes denunciaran tan pronto hubieran sido víctimas de robo, luego vinieron las muchas versiones de cómo esta ola de delincuencia viene de fuera.
No se trata de minimizar el robo de celulares como delito; no es poca cosa y no dudaría que esté conectado con temas delictivos más graves. Lo que llama la atención es el nivel de atención que el gobierno le da a una problemática que ocurre, no olvidemos, en un evento privado en el que, generalmente, la responsabilidad y el daño a la imagen recaen sobre el organizador, no sobre el gobernante de la ciudad anfitriona.
¿Podemos esperar la misma capacidad de respuesta de las autoridades (32 cateos en dos días) el resto del año, en épocas en las no hay el mismo turismo en la ciudad?
Fenómeno 4: La bolsa de trabajo para fans de la música que no tienen boleto
La recesión económica no la ganará quien tenga presupuesto, sino quien tenga imaginación. La pionera fue esta chica que trabajó como personal de limpieza para lograr ver a Coldplay. (Puntos extras a su música de fondo en su testimonio.)
Luego, es posible que también se le haya ocurrido a este vendedor de cerveza que se hizo viral gracias a Los Caligaris. (Otra forma de verlo es que ese era su trabajo y simplemente se la estaba pasando bien mientras lo hacía.)
Antes de leer la nota del vendedor de cerveza ya había pensado en cómo hay vendedores ambulantes que, seguramente, aceptan el trabajo por la inigualable prestación de disfrutar de un concierto en vivo. Durante el set de C. Tangana a mí me tocó estar a lado de una vendedora de Nutrisa. Y ella lo estaba disfrutando más que nadie alrededor.
No puedo esperar a ver cómo esta cobertura mediática de P’al Norte evolucionará en 2023.
Llamando a todos los ocultistas de Monterrey, llamando a todos los ocultistas de Monterrey.
Antes de despedirme, un aviso muy importante: si eres de Monterrey y recurriste al ocultismo para encontrar el amor, esto te interesa.
Esto NO es una broma. Les pedimos actuar a conciencia
Hasta la próxima semana.
Regios will be regios es un newsletter semanal sobre Monterrey, escrito por Maximiliano Torres.