El verdadero efecto de los artistas que llenan estadios se da afuera de los estadios. Meses antes, en la víspera de la venta de boletos, cuando el fandom de cada ciudad despliega su propia versión local de furor. Si las beliebers regias dieron cátedra de melodrama y reaparecieron triunfales diez años después para desmentir a quienes hicieron de ellas un chiste, los devotos de Bad Bunny están escribiendo un capítulo igual de jugoso en la historia de las movilizaciones de masas en la ciudad. Ofrendaron su quincena, sus horas hábiles, su sentido común, sus bienes, sus planeación financiera del primer trimestre del año. Y no sé qué más.
Desde la primera fila del pre-show de Bad Bunny
Desde la primera fila del pre-show de Bad…
Desde la primera fila del pre-show de Bad Bunny
El verdadero efecto de los artistas que llenan estadios se da afuera de los estadios. Meses antes, en la víspera de la venta de boletos, cuando el fandom de cada ciudad despliega su propia versión local de furor. Si las beliebers regias dieron cátedra de melodrama y reaparecieron triunfales diez años después para desmentir a quienes hicieron de ellas un chiste, los devotos de Bad Bunny están escribiendo un capítulo igual de jugoso en la historia de las movilizaciones de masas en la ciudad. Ofrendaron su quincena, sus horas hábiles, su sentido común, sus bienes, sus planeación financiera del primer trimestre del año. Y no sé qué más.